Algunas historias le fueron contadas por sus padres, inmigrantes piamonteses que llegaron a Argentina en los años cuarenta. Otras, señala la autora, las escuchó “por allí y por allá”. Sometidas a una cuidadosa y personal interpretación, estas historias han dado como resultado «El Anillo Encantado» un parejo y notable conjunto de cuentos escritos como poemas en prosa, que se desarrollan con el ritmo de las parábolas y que—como las leyendas antiguas—abordan el eterno tema del amor y la condición humana.
Tramas breves y sin digresiones que alternan humor, nostalgia, misterio. Finales que transitan sin dificultad por lo fantástico, lo inesperado o lo absurdo. La obsesión de Carlomagno a consecuencia de un hechizo. El amor de una princesa por un carbonero. La búsqueda de la camisa de un hombre feliz para romper un maleficio. Un hombre que espera en una banca la llegada de su amada. Una preciosa dama a la cual no debe tocársele el moño. Una mujer que enfrenta el reto de un sultán para salvar a su pareja. Historias que se apoyan en un lenguaje trabajado con paciencia de artesano y cuidado de orfebre. Cada palabra, cada adjetivo, cada figura literaria —en particular la anáfora, presente en seis de los siete cuentos— moldea el ritmo de la prosa y construye la atmósfera real-maravillosa que este tipo de historias requiere.
Andruetto forma parte de un grupo de narradoras argentinas que escribe para el público infantil y juvenil sin relajar la consistencia de la trama ni el cuidado de la prosa.“Es en las palabras donde se libra el combate”, ha señalado en una entrevista a raíz del premio Premio Hans Christian Andersen, una suerte de Nobel de la literatura infantil otorgado por primera vez a un escritor hispanoamericano. Por lo pronto,con El Anillo Encantado, Andruetto gana un combate en extremo difícil para cualquier escritor: el de contar con prosa lírica historias de amor sin caer en la impostura, el lugar común o la aproximación sensiblera.
saurio lector 